Carilo: playas de gran belleza



El deseo de salir de viaje, descansar y estar de vacaciones no se extingue. No importa si hace apenas unas semanas que se regresó a la rutina laboral: esa pulsión por el afuera está siempre presente. Y para calmar el instinto nómade, nada mejor que los destinos cercanos de la costa bonaerense. Porque es allí donde se puede encontrar el máximo relax, con el menor viaje posible. Y en orden de obtener paz, nada mejor que un bosque en el que más del 60% de la superficie no está ni siquiera loteado. Así es, frente al boom de crecimiento turístico que ha multiplicado las camas disponibles en todo el país, Cariló, se habla de este pequeño balneario, ha logrado mantener su identidad especial.


Cuesta imaginarse a Cariló como el árido y gigantesco médano de arena a las orillas del mar que fue una vez. También resulta difícil imaginarlo como un destino superpoblado de hosterías, hoteles y cemento. Y no se trata de un cliché. Su bosque, su playa tranquila, sus casas señoriales tiene su anclaje a principios del siglo XX, en una historia que todo el mundo cree conocer. Porque el nacimiento de los balnearios locales no se reduce sólo a personajes visionarios de la aristocracia que forestaron los médanos, léase los Gesell, los Bunge o en este caso los Guerrero. Se trata de alguno de ellos, en este caso Don Héctor Manuel Guerrero, quien a sus 28 años decidió convertirse en un domador de médanos y cumplir su mayor deseo: hacer de ese entorno desnudo un frondoso bosque.


Por supuesto, no alcanzó con contratar al vivero indicado. Fueron 18 años de experimentar con más de 650 clases de variedades arbóreas que obtuvo de los más variados rincones de Argentina y del mundo. Esa tenacidad, tozudez o como se prefiera adjetivarlo fue el que logró fijar las arenas con una diversidad de fragancias, colores y follajes, que transformaron para siempre la fisonomía de este lugar. De allí el nombre de La Constancia con el que se bautizó a la avenida que vinculaba la plantación de Guerrero con las playas.


Aquel sueño se convirtió al mismo tiempo en un excelente negocio, pero también en un objeto de deseo de otras personas. Alejandro Dolina, en Crónicas de un Ángel Gris, describe la paradoja de Playa Desierta, un destino cuyo éxito turístico como paraje solitario y alejado es el germen de su propia extinción al eliminar los propios turistas sus condiciones singulares. La paradoja es aplicable a numerosos balnearios, no sólo de la Argentina. Sin embargo, no es el caso de Cariló.


Cariló dispone de una superficie de 1.700 hectáreas, de las cuales, 90 años después, aún quedan 1.100 sin lotear. Por eso, a pesar de que sigue creciendo, no pierde su estilo. Y el visitante que disfruta de sus playas y bosques, también dispone de 19 paseos y galerías que combinan cafés, restaurantes, heladerías y locales de las marcas más reconocidas de ropa que se entremezclan con las propuestas más artesanales. El comienzo del centro está signado por la presencia de la confitería La Verbena (sí, la que hace mucho tiempo tenía ovejas pastando en su techo de pastos verdes) que nos remite a un clásico que aún se mantiene vigente.


Y más allá de los paseos de compras, el balneario dispone de alrededor de 50 hoteles y aparts de diferentes niveles, entre ellos los Hoteles Australis. El Paradise, situado en medio del bosque, a media cuadra del centro comercial y tres de la playa, es de los primeros en Cariló. Nació allá por 1992 cuando los hoteles eran cuatro y los paseos comerciales dos. A lo largo de los años, este alojamiento se fue ampliando y profesionalizando, pero sin perder la magia de sus comienzos. Su pariente, el Rumel, ubicado frente al mar, completa la oferta de los Hoteles Australis en Cariló. Médano verde para siempre es el significado de Cariló Rumel, justamente inspirados en el sueño de Don Héctor. Este hotel se destaca por sus servicios de spa que incluyen piscina in-out climatizada, sauna, duchas escocesas, hidromasaje y gimnasio, entre otras cosas. En marzo y abril, excepto semana santa, en el Rumel hay una promoción 5 x 4 donde se alojan cinco noches y pagan cuatro (de domingo a viernes) y en Paradise se alojan tres noches y pagan dos (fines de semana).


En Cariló, la unión entre playas y tratamientos relajantes es una constante. Además de los pioneros como la cadena Australis, estos últimos 15 años han visto crecer propuestas como Cariló Village, un clásico que insiste en lograr que cualquier huésped encuentre aquí su programa ideal. Desde un amplio menú de tratamientos de belleza y antiestrés hasta la posibilidad de alojarse en cómodas habitaciones con balcón, como en un hotel, o en exclusivos bungalows de hasta ocho plazas, como en un apart. Y con ventajas como la pensión completa que permite disfrutar a pleno sus opciones gastronómicas de alto nivel como el elegante restaurante La Ronda o el cálido Las Piedras, ubicado junto a la pileta y el solarium. Otra propuesta similar es la que ofrece la Hostería Cariló. Con cuatro opciones diferentes de habitaciones, spa con ducha escocesa, sauna y jacuzzi, y dos piletas climatizadas, una de ellas al aire libre. El lugar seduce también por su calidad equivalente a la de un hotel cuatro estrellas. Y también con un distintivo particular: su restaurante Tiramisú permanece abierto las 24 horas, y aunque eso no dice nada sobre su calidad, sí lo hace, y con creces, el hecho de que es la mano experta y creativa del chef Donato de Santis la que diseñó su carta, obviamente con fantásticos tonos italianos.


Y, finalmentlas cabalgatas o los paseos en bicicleta por el bosque son algunas variantes que permiten gozar de un apacible descanso. Porque de eso se tratan estos viajes en los que no hace falta descubrir nada novedoso, ni practicar deportes extremos. Aquí entre los bosques que soñó Guerrero, alcanza con olvidarse de todo en un ambiente propicio.



Tomás Natiello

Visto en: cronista